Artículo redactado por Francisco de Asís Ramón García
Piensa tres cualidades sobre ti. Rápido. ¿Ser buena persona era una de ellas? Es una respuesta muy común a esta pregunta… Y no quiero decir que seamos malas personas últimamente, pero estamos bajando los estándares en cuanto a lo que significa ser bueno.
Empecemos por dejar una cosa clara: no ser malo no significa ser bueno. Si bien estos términos son antónimos, su oposición no es absoluta. Es decir; día y noche son opuestos absolutos, porque cuando no se da uno, sola y exclusivamente puede darse la opción contraria. Si no es de día, es de noche. Pero que no se sea bueno, no implica que se sea malo y viceversa.
Así que reflexionemos, ¿qué es ser bueno? ¿Y malo? ¿Son términos relativos como muchas personas insisten en afirmar? Esto último es incorrecto. Hemos dejado claro que existen términos intermedios entre el bien y el mal, siendo así que existen acciones que pueden no estar ni bien ni mal. Sin embargo, esto no exime de estar mal a lo que está mal. El abuso, la corrupción, la violencia injustificada… El pecado.
En su origen griego, la hamartia (el pecado) significaba “no dar en el blanco” o “no alcanzar la meta”. Es importante tener consciencia de quiénes somos y cuáles son nuestras cualidades en el presente (y de esto hablaremos en otro artículo cuando tratemos la vocación) pero es igualmente necesario conocer hacia dónde queremos ser. Decir que actualmente eres (o soy) una buena persona me lleva a cuestionarme: ¿porqué? En serio, ¿qué acciones concretas hago (o haces) en la vida cotidiana con la frecuencia y el impacto suficientes como para determinar que somos buenas personas? ¿Y con cuanta duración? ¿Haber sido una buena persona ayer me exime de serlo hoy?
¿No haber matado a la misma cantidad de personas que Hitler o Stalin me convierte en una buena persona?
Ser buena persona es un propósito diario, y distraernos de esa meta es cometer pecado. No es suficiente con no cometer el mal. Debemos luchar diariamente por no caer en hamartia, es decir, por no fallar en la meta de seguir siendo buenos.
Mirad por vuestras ventanas, ved el mundo a través de vuestras pantallas. ¿Cuánto mal veis? ¿Cuánto os molesta? ¿Cuántas personas podrían (o podríamos) haber hecho algo por evitarlo? Si pude haber evitado que robaran a mi vecino y no hice nada, ¿soy bueno tan sólo porque no fui yo quien robó?
Tanto yo que escribo estas palabras, como tú que estás leyéndolas: el mundo nos necesita. El mundo te necesita. Ármate de valor, instinto y buenas intenciones. Sal ahí fuera y sé bueno.